La primera vez que una persona con una formación superficial en la fe y la historia de la Iglesia se topa con un papista de descomunal arrogancia proclamando la existencia de una «sucesión apostólica», de sus papas , puede resultar tan atónito que incluso llegue a cuestionar sus propias creencias y considere abrazar el papismo como le ha pasado a algunos que en su forma inocente de pensar, terminan entre las fauces de estos mentirosos que siendo más serpientes que palomas, les engañan impíamente.
Ante tal situación, estamos moralmente obligados, por amor a las almas, a decir varias cosas:
La primera y más crucial es que no existe semejante cosa como una «sucesión apostólica» que pueda ser probada sin atisbo de dudas, y que en última instancia poco o nada vale tal supuesta sucesión; y más allá, no hay “sucesión” que valga en sí misma cuando entre esos supuestos «sucesores» se encuentran fornicarios, asesinos, zoofílicos, adúlteros, avaros y otros personajes igual de encantadores.
Las pretendidas listas de sucesión no son más que una leyenda tejida con la imaginación desbordada de unos cuantos mentirosos que buscaron congraciarse con aquellos hombres de pecado que se exaltaron así mismos haciéndose pasar por Dios y llamándose “Vicarios”.
Consideremos esto:
las listas antiguas son tan contradictorias que resulta imposible determinar con exactitud la sucesión de sus obispos o su cronología. Algunos sostienen que Clemente de Roma fue ordenado por el apóstol Pedro y fue su sucesor inmediato. Otros intercalan a Lino o Cleto entre ellos. Un tercer grupo menciona a Lino, pero en lugar de Cleto, nombra a ANACLETO, ANENCLETO, DACLETO. Finalmente, un cuarto grupo declara la sucesión así: Pedro, Lino, Cleto, Clemente, Anacleto. Es decir, de un supuesto Cleto, crean dos personas: Cleto y Anacleto. ¡Vaya ejercicio de duplicación! (Véase «Lives of the Popes» de Walch).
Entre los primeros padres de la Iglesia, Tertuliano, Rufino y Epifanio afirman que Clemente sucedió a Pedro. Jerónimo dice que «la mayoría de los autores latinos suponen a Clemente como sucesor de Pedro». Pero Ireneo, Eusebio, Jerónimo y Agustín contradicen las autoridades anteriores y aseguran que Lino sucedió a Pedro. Crisóstomo parece ir en el mismo sentido. El Obispo Pearson ha demostrado que Lino murió antes que Pedro; por lo tanto, si Pedro fue el primer obispo de Roma, Lino no pudo sucederle. Cabassute, el ilustrado historiador papista de los concilios, dice que «ES MUY DUDOSO el asunto concerniente a si Lino, Cleto y Clemente sucedieron a Pedro». El Dr. Comber, un erudito eclesiástico de la Iglesia de Inglaterra, dice que «en cuanto al asunto completo, no hay EVIDENCIA de quién fue el obispo de Roma después de los apóstoles; por lo tanto, LOS ROMANISTAS CONSTRUYEN SOBRE ARENA MOVEDIZA cuando ponen tanto peso en su SUCESIÓN PERSONAL».
La fantasía pontifical nos hace creer que Cleto sucedió a Lino, y nos presenta varias vidas de Cleto y Anacleto, haciéndolos de diversas naciones y elevándolos al papado en diferentes épocas.
Y eso no es todo: la desbordante locura papista, que no conoce límites, nos dice que Lino sucede a Pedro. Pero hoy sabemos que el apóstol Juan vivió al menos 30 años más que Pedro, por lo que, si Lino «sucede» a Pedro, esto implicaría que el apóstol Juan era inferior en rango y autoridad y estaba sujeto a Lino, quien ni siquiera fue apóstol.
¿Y qué pasa con lo que nos dice el apóstol Pablo? “A unos puso Dios en la iglesia, PRIMERAMENTE APÓSTOLES” (1 Cor 12:28). Ahora vaya e investigue querido hermano ¿quién carambas fue Cleto o Anacleto o Lino? Y se encontrará con un hoyo negro que al parecer ha devorado toda información y tendrá que conformarse con lo que los mentirosos papistas le afirmen.
Así que, querido lector, como podrá notar, el papismo es una maraña de tonterías que solo puede engañar a las mentes crédulas que aman la mentira. Por ello, Dios les entrega a dicha mentira por su escaso temor y reverencia a las Escrituras, que se oponen a este hombre de pecado que se exalta a sí mismo.
Mi consejo es, manténgase firme en las Escrituras, es preciso que como manada pequeña nos enfrentemos a este dragón que habla blasfemias contra Dios. ¡Firmes y adelante, huestes de la fe!